Perder por Aprender, no es Perder. – WodStock 2016 Colombia
Este fin de semana estuve participando en una competencia de Crossfit a nivel nacional. Eran las finales después de una fase clasificatoria inicial que nunca pensé pasar sencillamente por el hecho de participar en una categoría que para mí era nueva, una categoría más exigente, más avanzada.
Cuando me enteré que había pasado, el susto comenzó. Una sensación agridulce entre alegría y terror, poco fácil de describir.
Luego de recibir la noticia y saber que debía viajar a Cali para poder competir, empecé a analizar a varias competidoras y noté que eran muy buenas. Al principio decidí no ir porque ¿”para qué gastar dinero en viajes y manutención para saber que no voy a ganar si mis competidoras son muy fuertes?”. Luego de pensarlo por un par de días, faltando solamente dos semanas para la competencia y siendo el último día para confirmar mi participación, definí ir. Decidí que iba a enfrentar mis miedos. Decidí que iba a aprender de los grandes, que me iba a probar y que así me costara hacer cualquier ejercicio, lo único claro que había era que no me iba a rendir. Asumí que no iba a quedar en el podio, que no iba a ganar, pero que claramente iba a volver a casa con algo igualmente valioso: aprendizajes y lecciones de vida.
El día de la competencia llegó. Las pruebas establecidas definitivamente no estaban a mi favor. Parecía que todas mis debilidades estuvieran puestas en una lista y con base en ello hubiesen programado las pruebas. Varios de los movimientos que exigían en la competencia JAMÁS había podido lograr hacerlos correctamente. Igual, debía competir. Sentí miedo, angustia y quería llorar. Tenía toda la actitud y sabía que iba a dejarlo todo en cada prueba, pero también era consciente que las otras competidoras eran excelentes y sobretodo, que luchar contra mis puntos más frágiles no iba a ser tan sencillo.
No quedaba nada más que pararse y competir. Así que lo hice. El primer día fue muy duro. Enfrentarte a tus debilidades, a tus temores y a ti mismo nunca es fácil. Hace mucho tiempo no me sentía así. Logré completar un par de repeticiones de los ejercicios que nunca había podido realizar y eso para mí ya era ganancia. Muchas de las otras chicas de mi categoría tomaron mucha ventaja; prueba de que tengo que seguir trabajando bastante, de que tengo que corregir muchas cosas, de que tengo que trabajar arduamente en mis debilidades.
Fue un día intenso. Llegué a casa tarde, agotada y con un poco de rabia conmigo misma porque hubo una prueba que no logré completar por tomar decisiones apresuradas y también porque el juez tampoco jugaba mucho a mi favor. A la final, todo estaba en mis manos. Muchos factores adicionales pueden jugar a tu favor o en tu contra, pero en medio de todo, lo importante es reducir las probabilidades de que las cosas salgan mal haciendo todo lo que debes hacer sin culpar a los otros o a algo.
En el segundo y último día de pruebas casi no logro levantarme. Me dolían mucho las piernas y me costaba un poco caminar. Tenía cansancio muscular. Cansancio físico y también mental. De todas formas me levanté y fui a terminar las pruebas sabiendo que ya los puntajes no me daban para pasar a la semifinal. Quería hacer todo lo que estaba a mi alcance, quería terminar. En la prueba del día me fue muy bien pero ya no me alcanzaban los puntos. Igual, me retiré feliz. No gané un lugar en el podio pero definitivamente gané mucho.
A veces necesitamos perder muchas veces para poder ganar. Lo importante es no perder las ganas ni el deseo de seguir luchando.
Ahora solo me quedan más ganas de entrenar, de mejorar y de seguir aprendiendo cosas nuevas.
Y para siempre recordar: Mejor real, que perfecto. 🙂