Sexto lugar, 32.5kms, 2 horas y 49 minutos de emociones – Vuelta a San Andrés 32.5k
Esta vez viví la playa de otra manera. Esa preciosa isla de San Andrés, a la que muchos llegamos para asolearnos y disfrutar del agua cálida de sus playas, ahora me daba la bienvenida para recorrerla corriendo.
La Vuelta a San Andrés, una carrera retadora (al menos para mí lo era), cargada de humedad y vientos fuertes que generaban resistencia y forzaban disminuir el ritmo. 3/4 de maratón cargados de fuerza física (y mental), de inspiración, disciplina y, porqué no admitirlo, momentos de querer renunciar.
Pero la cabeza empezó a trabajar y a llenarse de coraje. Y aunque cada carrera y recorrido es especial, esta vez cada paso tenía pensamientos distintos, cargados de motivación para no parar.
Kilómetro 20 y las piernas empiezan a sentirse pesadas y la velocidad empeza a disminuir; motivo por el cual decido depositar en mi cabeza aún más pensamientos positivos y razones para no parar.
En esta ocasión corrí con mayor consciencia por quienes no tienen piernas y dieran lo que fuese para poder hacerlo. Por quienes las tienen, pero no las pueden usar ni pueden sentir el viento y el calor húmedo a través de su piel.
Corrí por aquellos sin vista, quienes no pueden ver ni apreciar el amanecer y el maravilloso movimiento de las olas. Por quienes tampoco pueden escuchar el ruido que ellas hacen al chocar entre ellas.
Corrí por aquellos que se encuentran en cama sin tener la posibilidad de disfrutar del aire libre. Y también por aquellos que aún no han podido ver el mar. Por quienes tampoco pueden percibir ese olor a tierra caliente y húmeda.
También, corrí por aquellos quienes creen en mí y en lo que hago desde mis diferentes roles (y también por los que no creen, por sin saberlo te hacen más valiente). Corrí por quienes corren conmigo y han sido parte fundamental de este aprendizaje. Por quienes de alguna manera se han sentido inspirados a través de mis acciones. Por los conocidos -y también desconocidos- que se toman el tiempo de escribirme y animarme en todo este proceso.
Y claro, por mí; por todas esas madrugadas, entrenamientos largos e intensos, y noches de ir temprano a la cama en vez de salir de fiesta.
Hoy comparto esta experiencia agradecida con la vida por lo afortunada que soy. Animada para seguir haciéndolo y para ser testigo con acciones y resultados de que SI VALE LA PENA.
Una vez más comprobando que lo que te reta, es lo que te hace más fuerte; y que la constancia, disciplina y amor por lo que se hace sí tienen su recompensa.
Celebrando ese séptimo lugar, al lado de quién me apoya en estas locuras y con una sonrisa en la cara.
¿Y que si me quedan ganas de seguir corriendo? Sin duda.