Mis primeros Treinta años, mis segundos Quince.
30 años llenos de imperfección; esa misma imperfección que me ha formado, que le ha agregado carácter a quién soy. 30 años cargados de alegrías, aprendizajes, de éxitos y también de fracasos; de propósitos que aún no cumplo pero que tampoco he dejado a un lado; de familia, amigos y compañeros que tienen un rol en mi vida porque el universo así lo quiere y porque de cada uno habrá mucho por aprender.
Y si alguien pregunta que si los 30 son la mejor edad, mi respuesta será, LA MEJOR EDAD ES LA QUE AHORA MISMO TIENES. Además, no podría quejarme, porque aparte de estar rodeada de personas maravillosas, mi cuerpo y mi mente se sienten sanos, saludables, fuertes.
Sentirse amada, escuchar palabras y leer mensajes cargados de amor, recibir abrazos apretados, sonrisas de alegría, y que el regalo de algunos sea su tiempo para sencillamente compartir… ESO ES MI MAYOR TESORO.
Gracias a todos y cada uno, quienes se tomaron el tiempo de pensarme así sea por unos segundos. También a los que me escribieron, llamaron y compartieron un rato conmigo. Inclusive, también gracias a quienes no se manifestaron; del silencio también se aprende.
Todo lo anterior lo recibo con amor, aprendo de ello y me siento muy agradecida con la vida. Soy una mujer afortunada, una hija afortunada, una esposa afortunada, una hermana afortunada, una amiga afortunada.
Nadie tiene la obligación de quererlo a uno, así que, quienes lo hacen, GRACIAS POR ELLO.
Que todo lo que me desean, se les multiplique de regreso.
Festejando mis segundos 15 años con la mejor energía.