Hábitos, no dietas.
Que lo que se vea por fuera sea consecuencia de lo que adentro pasa y, que sentirnos mejor al vernos al espejo, sea consecuencia de haber cuidado de nuestro cuerpo de la mejor manera, alimentándolo y ejercitándolo correctamente.
Olvidémonos de esas dietas rápidas y milagrosas que duran un par de días. Seamos pacientes y creamos en los resultados lentos pero seguros, con esos altos y bajos que en hacen parte del proceso natural.
Esto, un hábito que nuestro cuerpo y mente lo agradecerán. .